viernes, 27 de febrero de 2015

Fotos de Ely

Pues aquí van las fotos de la Catedral de Ely. Espero que os gusten y feliz fin de semana.

Entrada principal de la Catedral de Ely


El octógono desde el exterior.


Fachada trasera. 


La cúpula octogonal por dentro.


Cruz "torfia"


El altar principal.


Vista de la catedral desde Cherry Hill Park.


jueves, 26 de febrero de 2015

Ely

Aprovechamos la visita a Cambridge para escapar un poquito más al norte, unas 17 millas, hasta Ely. No es un lugar demasiado conocido a pesar de tener una catedral inmensa con características arquitectónicas que la hacen muy especial. Además de la catedral, Ely posee otro valor histórico importante: fué una isla en el pasado.

La isla de Ely es una región histórica que ya no existe. Se trataba de una isla rodeada de pantanos cuya especial geografía fue aprovechada en varios conflictos y revueltas como enclave crítico para el resultado final. Era un lugar casi inexpugnable... hasta que en siglo XVII se encargó la canalización de las aguas a unos ingenieros holandeses y la isla de Ely dejó de ser isla. 

En 1083 comenzó la construcción de la catedral bajo las ordenes del primer obispo normando de la región. En 1322, tras el hundimiento de una de las torres, el arquitecto inglés Alan de Walsingham levantó la torre octogonal que hace de esta una catedral singular. Otro dato importante es que se trata de la catedral más larga de Inglaterra por sus 76 metros de longitud. Además de la visita a la catedral se puede subir a la torre principal siempre que no te asusten los 215 escalones a vencer. Otra opción es la visita el museo de vidrieras que hay en su interior.

No solo de la catedral vive este pueblo. Pasear por sus calles es agradable siempre que el clima british no anda enfadadico. Evidentemente, por lo que he contado de su historia no es un pueblo llano. Desde la catedral, punto más alto de lo que fue la colina de la isla de Ely, hasta llegar al río Great Ouse hay una bajada importante pero que te permite ver la catedral desde la distancia y apreciarla en todo su esplendor desde el Cherry Hill Park.

Mañana os cuelgo algunas fotos de la visita a Ely. Si queréis que os imprima alguna no dudéis en pedírmelo y en ingresarme 10,95 libras a mi cuenta. Gracias.

lunes, 23 de febrero de 2015

Pancake Day

No tenía mucha intención de hablar del Pancake Day o Día de las Tortitas, pero presiones externas me obligan a ello. Debo decir que para mí fue un día que pasó desapercibido incluso en el restaurante. En años anteriores se preparaban tortitas para celebrar este día pero justo este año mi jefa decidió no hacerlo. En España jamás escuché algo sobre este día, si me lo hubieran nombrado quizás hubiese pensado que el Día de las Tortitas aludía al domingo de resaca que desayunabas en el VIPS. Tortitas, of course. Como voy a tirar de dudosas fuentes de internet para esta entrada ponedme un comentario si digo alguna falsedad, por favor.

Resulta que el Pancake Day se celebra cuarenta días antes de Semana Santa, el martes anterior al Miércoles de Ceniza. Es decir, en Martes de Carnaval o Martes de Confesión. Por eso no tiene una fecha concreta sino que varía cada año. Originalmente la cuaresma era una época de ayuno, de manera que los días precedentes al ayuno tenías que ponerte bien púa a comer para almacenar nutrientes. Por este motivo a este día también se le conoce como Fat Tuesday (Fat = Grasa, Tuesday = Martes). 

En algún momento de la historia la tortita se convirtió en el elemento gastronómico representativo del Fat Tuesday pero he sido incapaz de averiguar el motivo. Está claro que una buena tortita tiene todas las características para ser la protagonista: poder nutritivo, fácil de preparar y apetecible. Además de su ingesta en cantidades industriales se organizan concursos de preparación de tortitas o carreras en que los corredores trotan mientras voltean la tortita en la sartén. Brillante.

Como ya he comentado, debo reconocer que para mí el martes pasó como cualquier otro. No me crucé con atletas de la tortita participando en ninguna carrera ni gente comiendo tortitas (por eso no os pongo ninguna foto) pero parece que es una celebración de cierta importancia. 

Y aquí os dejo por hoy que a mí me ha entrado hambre.

viernes, 20 de febrero de 2015

Fotos de Cambridge

Os presto durante lo que dure este blog algunas imágenes de nuestro paseo por Cambridge. Muchos colleges y muy bonitos, mercados y mucha gente por las calles. Una ciudad inundada de vida.

St John´s College

 St John´s College y el Puente de los Suspiros


King´s College

Mercado de artesanía. Mucha vida en la ciudad.

Mercado de todo. Más vida aún.

Puente Matemático.



jueves, 19 de febrero de 2015

Cambridge

Así como también nosotros acogemos gente en nuestra casa, somos acogidos en casa de nuestros amiguetes más allá de las fronteras oxonienses. Como tenemos amigos morando en Cambridge pues Venga, a Cambridge con toda la tropa... No, no, toda la tropa no. Tres miembros de la familia se quedaron en casa porque hacer turismo y dormir 18 horas diarias no son actividades compatibles.

Aunque su rivalidad universitaria hace pensar que son ciudades cercanas, en realidad cuatro horitas de autobús separan las ciudades de Oxford y Cambridge. Es típico preguntar sobre una y responder comparando con la otra, algo que a mi me parece poco acertado. Cada una tiene diferente personalidad aunque su consistencia, en ambos casos, tiene el epicentro en la universidad y los colleges.

No descubro nada nuevo si digo que su nombre se origina porque la ciudad se levanta entorno al recorrido del río Cam. De calles estrechas y edificios de poca altura, Cambridge posee también una rica industria informática y biocientífica. En el siglo XIII se fundó la Universidad de Cambridge, iniciando así una extraordinaria historia de tradición y esplendor que ha contado con protagonistas tan ilustres (bien como profesores, alumnos o investigadores) como Stephen Hawking, Charles Darwin, Desiderius Erasmus (no, no es el inventor de las fiestas universitarias en el extranjero) o Francis Bacon, por citar algunos ejemplos de una lista interminable. También el Príncipe Carlos, pero este señor no ha hecho nada destacable en su vida.

Entre los acontecimientos que la Universidad de Cambridge ha vivido hay dos que me encanta recordar. Uno es el descubrimiento de la estructura de la doble helice del DNA por parte de Watson, Crick, Wilkins y Franklin. El otro, la invención de la primera máquina de calcular de Charles Babbage, un mamotreto metálico que hacía sumas y restas. 

Os recomiendo leer sobre la maquina de calcular de Babbage. Recuerdo que en una ocasión leí un capítulo dedicado a ello en un libro sobre hitos tecnológicos. La historia de la primera calculadora tenía el trasfondo de una historia de amor... Pero bueno, recomendación hecha. También os recomiendo que no perdáis el hilo al blog, en estos días colgaré algunas fotos de Cambridge.


martes, 17 de febrero de 2015

La exquisita leche de Jersey

Hace poco defendí (con penosos argumentos) algunas delicatessen culinarias de nuestras islas de acogida. Pero vivir aquí es una continua sorpresa. Después de publicar aquel artículo he tenido la suerte de conocer dos manjares y, en este caso, con poderosas razones para ser denominados así. Hoy os voy a hablar de la leche de Jersey.

Para aquellos que no tengan los conocimientos geográficos necesarios (como era mi caso antes de venir aquí), el estado de Jersey está formado por un conjunto de islas que se sitúan entre Francia e Inglaterra. Es un estado dependiente de la corona británica pero que goza de una importante autonomía. Por ejemplo, emite sus propias libras que sólo pueden ser utilizadas en Jersey y los lugareños hablan el francés.

El asunto que aquí nos ocupa es la vaca de Jersey, una raza autóctona de la isla que produce una leche única en el mundo. La raza fue protegida en el siglo XVIII ante el interés que generaba su producto, así que los isleños optaron por mantener la pureza genética impidiendo la mezcla con otros tipos de vaca. De esta manera se ha mantenido hasta nuestros días una vaca auténtica que da leche de Jersey.

¿Y qué ocurre con esa leche que es tan especial? Hay que probarla. La semana pasada compré por primera vez una botella. En primer lugar destaca porque es más cara que otros tipos de leche, evidentemente. En segundo lugar, su color amarillento escapa del blanco puro de sus vecinas de estantería en el supermercado. La tercera diferencia es su sabor: no he probado una leche con un sabor tan intenso ni ninguna que se acerque a menos de doscientos kilosaborías (es una unidad que mide el sabor y que me acabo de inventar porque no encuentro mejor manera de describir su sabor) de la leche de Jersey. Por último, la textura. Es una leche que pones en un vaso de cristal y cuando lo inclinas para beber se ha transformado en porcelana porque la leche deja una película blanca en el interior del vaso originada por su cremosidad.

Si sois lecheros os recomiendo que no perdáis la oportunidad de probar esta leche. Merece mucho la pena y esta vez sin ninguna ironía.

jueves, 12 de febrero de 2015

Stephen Hawking

¿Quién no ha compartido una estupenda tarde con los colegas charlando sobre mecánica cuántica? ¿Quién no ha desechado el plan de salir con los amigotes un sábado por la noche para pasar una amena velada a la luz de un lámpara con un buen libro sobre controversias espacio-temporales? ¿Quién no ha jugado con su sobrino a resolver el puzzle de la ecuación de Schrödinger para el átomo de hidrógeno? 

Vale. Yo tampoco lo he hecho nunca. Pero en la facultad rocé la mecánica cuántica y reconozco que tenía un encanto misterioso, tan misterioso como complejo. Y resulta que uno de los personajes más influyentes del presente de esta materia, aplicada a la astrofísica, es un oxoniense de nacimiento. 

Se tituló en la Universidad de Oxford en 1962 pero el doctorado lo realizó en Cambridge. En esta ciudad ha ejercido como profesor durante treinta años. No tendría espacio en el blog para nombrar las numerosas medallas, premios y condecoraciones que le han sido otorgadas, pero si destaco que fue galardonado con la Orden del Imperio Británico. Curiosamente, los Beatles también poseen este galardón... debe ser que se lo dan a personas que escriben cosas enrevesadas.

Hablando en serio, la mente de Stephen Hawking es una de las grandes del mundo actual. Es tan grande, que ha podido llegar a lo más alto a nivel científico a pesar de sufrir Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad que desconecta progresivamente el cerebro del resto del cuerpo. Quizás el gran potencial de su cerebro haya sido la razón por la que ha logrado convivir con la enfermedad tantos años. El pronóstico de vida para un enfermo de ELA es de dos o tres años desde la diagnosis, en casos particulares puede llegar a diez o quince. Hawking fue diagnosticado en 1962, con 21 años de edad. El pasado 8 de enero cumplió 73 años.

Ayer hablando con mi jefa en el restaurante salió el tema de Hawking. Me contó que hace un par de años estuvo cenando allí y me indicó la mesa exacta. Entonces tomé una decisión: desde ese momento esa mesa ya no sería la mesa 5, sino la mesa Stephen Hawking.

Stephen Hawking no requiere ninguna excusa para tener su propia entrada, pero he querido hablar de él por un motivo especial. No es por su reciente cumpleaños ni porque se acabe de estrenar una película biográfica sobre su vida. El motivo es porque mi voluntariado me ha llevado a convivir directamente con esta enfermedad. 

lunes, 9 de febrero de 2015

Clases de inglés

Reconozco que soy algo cabezón. No me refiero al tamaño de mi almendra sino a mi garrula terquedad que en ocasiones puede llegar a redondear cosas cuadradas. Bien es cierto que como científico de formación soy capaz de abandonar mis creencias siempre que alguien me demuestre lo contrario. En estos casos reconozco que estaba equivocado sin dudarlo. Pero eso si, la demostración debe no tener fugas, si no naranjas.

Cuando llegué aquí pensaba que la vida era la mejor profesora de inglés, que trabajando y viviendo iba a aprender el idioma. Además mi primer trabajo en el restaurante era perfecto, ningún españolito en la plantilla. Durante estos cinco meses he mejorado bastante, especialmente en entender a la gente. Al principio no entendía ni papa pero poco a poco la cosa ha ido a mejor. Lo de expresarme es harina de otro costal: he mejorado también, evidentemente, pero el ritmo es mucho más lento.

Evaluando objetivamente mis progresos he dado mi brazo a torcer y he comenzado a recibir clases de inglés. No me gusta, estudiar inglés nunca me ha atraído, pero no he tenido más remedio. No es que estuviese equivocado en que puedes aprender inglés de manera natural sin recibir clases pero muy despacio. Y lo que a mi más me pesa de esto es que en el trayecto me estoy perdiendo muchas cosas: conversaciones, amistades, oportunidades de trabajo, etc... Hay gente muy interesante e historias dignas de ser escuchadas.




jueves, 5 de febrero de 2015

Conocer mundo

Conozco muy poca gente que no disfrute viajando. Cuantas veces hemos escuchado que el sueño de alguien es ir a tal o cual sitio o cuando alguien gana un concurso de la tele se va a gastar la pasta en un viaje siempre, evidentemente, después de tapar un agujerito. Es un placer, pero también es un lujo. 

Existe un tópico sobre los viajes que en esta estancia en Oxford he llegado a comprender. Ese de "voy a ir a Chupilandia, pero no al sitio donde van los turistas, sino a un lugar perdido con un guía chupilandés a conocer la vida real de los chupilandeses"... nada. Eso es lo que te han dicho cuando has reservado el viaje. El guía chupilandés que te va a atender estudió en una universidad europea y sabe seis idiomas. Cuando se licenció tuvo claro que el negocio del turismo le iba a llenar de plata y abrió su agencia. El plan estaba claro: montar unas jaimas en un lugar donde nunca se han montado con bastantes más lujos que las habituales, domesticar camellos de la raza más dócil y occidentalizar las comidas chupilandesas porque los guiris no soportan tanto picante. El tuareg que apareció por la noche llegó algo tarde porque se había olvidado la espada de plástico en el local de apuestas donde metió algunos chupidolares en el Valencia - Real Sociedad.

La idea que quiero transmitir es que el turismo es solo eso: turismo. No se conoce un país ni una sociedad en quince días ni en un mes. Aunque vayas de mochilero y la gente te acoja en su casa porque siempre estarás tirando de tu sueldo occidental y tu tarjeta de plástico te podrá sacar de un apuro si lo necesitas. 

Si quieres conocer bien como se vive en un país tienes que residir en él un tiempo, trabajar, pagar los impuestos y las facturas, hacer la declaración de impuestos, buscar las mejores opciones al hacer la compra, tener una cuenta en el banco, conocer los candidatos a las elecciones, las calles de la ciudad, ir al médico, cortarte el pelo, etc... Yo he conocido algunos lugares en los últimos años pero la experiencia de Oxford me ha hecho ver lo poco que he aprendido en esos viajes.

Pero ni siquiera aquí lo estoy consiguiendo a pesar de que yo soy muy pesado y leo y pregunto mucho. Si quieres venir a trabajar porque en tu país no hay tajo, Oxford es un buen lugar. Si quieres conocer gente de todas partes del mundo, también. Pero si quieres venir a conocer la cultura e idiosincracia británica, no. La expresión "crisol de culturas" se escribió para Oxford. Hay que currárselo mucho para comprender la vida de los isleños viviendo en una ciudad en la que mucha gente que te cruzas y con la que trabajas no es británica.

lunes, 2 de febrero de 2015

Burns Supper

El 25 de enero es un gran día para los escoceses. Celebran el aniversario del nacimiento del más grande poeta que sus tierras han conocido, Robert Burns. La obra de Burns es muy celebrada en la tierra del whisky por varios motivos. Primero por que en su obra realza el folclore y las tradiciones escocesas, de manera que tienen el añadido valor de constituir una enciclopedia de la cultura escocesa. En segundo lugar por el carácter humilde del poeta: Burns nació en el seno de una familia campesina y no se dedicó por completo a las letras. Escribió mientras trabajada el campo durante su vida en la casa paterna y posteriormente ejerciendo como funcionario de aduanas.

Las celebraciones en honor a Robert Burns se denominan Burns Supper. Se trata de una reunión familiar o amistosa que incluye comida tradicional escocesa, como el Haggis, una especie de morcilla preparada con carne de cordero y ternera capaz de alimentar tres reactores de fisión. La comida se acompaña con un buen whisky y el recitado de poemas de Burns.

Aprovechando la efeméride me di un paseo por la biblioteca a coger algún libro del poeta. Encontré "A nigth out with Robert Burns. The greatest poems", un recopilatorio de lo mejor de su obra. Abrí el libro con intriga que pronto se transformó en absoluta sorpresa cuando intenté comprender lo que allí estaba escrito: palabras acortadas, apostrofes por doquier y verbos sin traducción. Algo totalmente incomprensible.

Ayer tuve una conversación de literatura con Richard, mi muy british jefe. Le pregunté acerca de autores británicos que consideraba más relevantes. Por supuesto, salieron los nombres de Dickens, Wilde y Shakespeare. Cuando le pregunté por Robert Burns me contestó: "¿Robert Burns? No se puede leer, ¡escribe en escocés puro!".

Ya sabéis: no intentéis leer a Burns sin una estancia mínima de 6 meses escuchando gaitas o se os quedará esta cara: