martes, 23 de junio de 2015

Nuevo trabajo

Me ocurre que soy un agonías cuando tomo una decisión. Por ejemplo, cuando decidimos tener gatos, a los dos días ya estaban nuestros dos malditos trileros viviendo con nosotros (la gorda vino un poco más tarde). Me pasa con todo, con las compras, con los cambios... Así que en un día cualquiera en la tranquila villa de Kidlington me desperté decidido a cambiar de trabajo, una idea que venía rumiando de hace tiempo pero que no acababa de comenzar a realizar. 

Para todos los cambios necesitas una motivación. La mía, en este caso, ha sido regresar al mundo de la ciencia arropado por una ciudad de excelsa historia científica y personajes de gran talla asociados a ellos. Creo que no hay otro sitio mejor para ser un gafolas tablo-periódico. Además del escenario, debo reconocer que mi voluntariado también ha tenido algo que ver. En ciencia todos somos pequeñas hormiguitas que aportamos una miga de pan al homiguero. Pues bien, a poner una miga de pan para, quizás, ayudar a alguien a vivir mejor.

Embarcarte en el proceso de buscar trabajo en la Universidad de Oxford es armarte de paciencia. Primero, hay que encontrar una oferta que se ajusta a tu perfil. Segundo, aplicar en la página web cargando tus datos y algunos documentos, entre ellos, la carta. Para cada oferta, tienes que escribir una carta específica en la que te presentas, describes tus habilidades personales y profesionales indicando por qué crees tú que se ajustan al puesto de trabajo. Lo que popularmente en España llamamos "venderte". Por último, cargar los datos de tus referencias: tres antiguos jefes-supervisores que estén dispuestos a hablar bien de tí. En resumen, el mismo proceso que cuando quieres alquilar una casa o empezar el voluntariado, aquí todo funciona bajo el mismo protocolo, si bien es evidente que para trabajar en la Universidad de Oxford no basta con buenas palabras, ser sincero y gustar, hay que hacerlo mejor.

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