Estáis locos si pensáis que me había olvidado contaros lo que ocurrió en la final del mundial de rugby. Después de un mes dando la chapa con el tema, la final resultó ser nuevamente un magnífico espectáculo. Los All Blacks validaron todos los adjetivos que los han definido a lo largo del campeonato consiguiendo la victoria en una gran final. Los neozelandeses se convierten en el primer país en ganar tres veces el mundial y su capitán, Richie McCaw, en el primer jugador en levantar el trofeo dos veces seguidas.
(Imagen de cnn.com)
La magia de los All Blacks ha consistido en no renunciar al espectáculo para ganar todos los partidos. Así fue en la final, donde jugadores como Dan Carter (nombrado jugador del año 2015) o Ma´a Nonu ofrecieron la mejor versión de este deporte. Australia no perdió la cara al partido e intentó aprovechar la inferioridad numérica de los oceánicos en la segunda parte, consiguiendo dos ensayos consecutivos que les metieron en el partido. Pero Nueva Zelanda volvió a poner las cosas en orden para dejar el marcador en un contundente 34-17.
Honrando la copa Webb Ellis con la temible Haka (imagen de planetrugby.com)
La prensa ha calificado este mundial como el mejor de todos los tiempos. Las audiencias han sido masivas, las asistencias a los estadios magníficas. La globalización ha llegado el rugby y en 2019 será Japón el país organizador. Como ya conté en un post anterior, los japoneses ofrecieron al mundo la gran sorpresa del mundial al vencer a Sudáfrica en el partido inaugural y ser la primera selección de la historia en quedar eliminada a pesar de conseguir tres victorias.
La belleza del rugby sobrepasa las barreras del estadio. Es un deporte envuelto en bellas tradiciones y gobernado por valores muy sólidos. Como los que demostraron algunos jugadores neozelandeses. Tras ganar el trofeo, su primera visita fuera de las obligadas y oficiales fue a la tumba de su ex compañero Jerry Collins, fallecido en accidente de coche el pasado junio.
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