domingo, 7 de septiembre de 2014

Kidlington

Nuestra intención inicial era establecernos dentro del ring road, es decir, en el interior de la autopista A40 que rodea el centro de Oxford. Como en cualquier otra ciudad, vivir cerca del corazón de la misma hace que todo esté más cercano y todos los servicios más accesibles. Por ejemplo, vivirías más cerca del comedor de Howgarts (que está en Oxford), lo que hace más sencillo encontrar un mago cuando lo necesitas.

Pero como nadie quiere a nuestros gatos en sus casas en Oxford, finalmente hemos tenido que abrir nuestro radio de búsqueda. Esto nos permitió encontrar un hogar en Kidlington, un pueblecito de unos 14000 habitantes a 8 millas al norte del centro de Oxford, que equivalen a unos 20 minutos en bici. Es una mezcla entre ciudad dormitorio y típico pueblo inglés, y como buen pueblo inglés se caracteriza porque a las siete de la tarde debe de ocurrir algo muy peligroso en sus calles: todo el mundo desaparece. Pero lo más curioso es que, sea lo que sea eso tan peligroso, no puede entrar en los pubs, ya que ahí es donde se refugia el vulgo. Y, claro, todos los Jack, John, William, etc… metidos en el pub hacen aquello que han perfeccionado a lo largo de los años: beber cerveza, hablar de fútbol y volver a casa dando tumbos. Aquí es donde cuento la leyenda urbana (ignoro su veracidad) que dice que las puertas de las terrance (la típica hilera de casa británicas) tienen cada una un color diferente para que Jack, John y William reconozcan su casa entre cientos de iguales. Así que si te metes en la cama de una casa con la puerta de color verde y la tuya era roja, la persona al lado tuya en la cama no es tu pareja. Mucha suerte.

El núcleo del pueblo es una calle. No es grande, pero tiene los suficientes comercios y servicios para poder vivir sin tener que ir a la gran city. A su alrededor, decenas de arterias que desembocan en barrios residenciales como el nuestro, situado entre la gran urbe que es Oxford y Kidlington. Entre dos mundos.

No nos importa vivir en Kidlington. De hecho, reconozco que cuando surgió la idea de irnos a Inglaterra, yo deseaba una ciudad pequeña. Así que estoy convencido que nuestro carácter tranquilo y casero encajará en este pueblín.  

St Marys Church

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