lunes, 29 de septiembre de 2014

Kitchen porter

Una gran cantidad de lectores de este blog (bueno, sólo mi cuñada) me han exigido a través de los medios de comunicación más avanzados (whatsapp) una entrada acerca de mi trabajo. Y es que sí, tengo trabajo. El problema es que es este un blog simpaticón y de andar por casa y no quisiera aburriros con términos demasiado técnicos, pero intentaré hablar un poco de ello de manera que todos los profanos en el tema podáis entenderlo. 

Soy friega platos en un restaurante, lo que aquí se llama kitchen porter. Es necesario saber que en un restaurante que quiere tener algo de categoría todo se ha de lavar a mano, así que podéis deducir la responsabilidad de mi cargo. Platos, cubiertos, cacharros de cocina... todo ha de pasar por mis habilidosas manos para evitar que se instale la tiranía de la suciedad, que sabores no deseados aparezcan donde no deben, que la carne no sepa al pescado cocinado anteriormente y que los clientes queden tan satisfechos que decidan regresar otro día y recomendar el local. Siendo objetivo, sin mi buen hacer este barco se hundiría. 

Habrá quién piense que es un trabajo sencillo y no cualificado... nada más lejos de la realidad. Por ejemplo, es necesario calcular el ángulo de incidencia del chorro de agua para aclarar, porque si no corres el riesgo de que el agua rebote a un lugar no deseado y caiga, por ejemplo, en la ensalada de rúcula. La cantidad de jabón se determina a través de complejas ecuaciones de segundo grado, porque un defecto hace que la grasa no se elimine y un exceso convierte la pila en la fiesta de la espuma de Pachá Ibiza, haciendo imposible la resolución del enrevesado jeroglífico de la cubertería victoriana.

Todo este conjunto de decisiones que debo resolver a lo largo de la jornada me dejan exhausto mentalmente. Por eso este trabajo sólo puede ser realizado por gente con una formación muy amplia en ciencias. Mi antecesora es bioquímica y yo también. Una historia muy repetida a lo largo de los últimos años. Es una pena que estemos utilizando nuestro tiempo en calcular la cantidad de jabón para quitar las manchas a un plato en lugar de la cantidad de proteína necesaria para catalizar una transformación metabólica. Pero, sinceramente, en esta dura época la honestidad ha sido desahuciada de la biociencia, así que me quedo, por lo menos por un tiempo, como kitchen porter. Menos glamouroso, pero más íntegro.

1 comentario:

  1. Clint Eastwood también empezó así. Y ahora es el Warrior Master, Bro.

    ResponderEliminar